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Palestina vivir en medio del conflicto




Jueves 25. De 19 a 22 horas. Casa de Colón
Vivir en medio del conflicto

Ponentes: Lea Tsemel, Ismat Shakhshir, Lidón Soriano.

Lidón Soriano, Crónica desde Nablús, Palestina (*)
Estoy en Nablus, he tenido que cambiar el programa para llegar de dia y poder entrar en la ciudad vieja. Al coger el taxi tras atravesar el chekpoint de Hawara, uno de los mas humillantes, aunque es ciertamente difícil establecer un ranking de crueldad, ya todos los taxistas me decían que estaban los “yehudi”: israelíes, en la ciudad y que estaban disparando. El recepcionista del hotel me ha confirmado que seguían bajo toque de queda, pero comentaba que era factible llegar, axial que he cogido el taxi y teniendo que comprensiblemente, pagarle el doble por lo complicado de la situación, nos hemos ido hacia el centro.
La primera impresión cuando la ciudad está bajo toque de queda es que no hay vida. Nadie en las calles, las ventanas cerradas, nadie en las terrazas y silencio, mucho silencio. Para cualquiera que conozca las estruendosas ciudades palestinas resulta no solo sorprendente, sino básicamente inquietante. La situación me recordaba mucho a 2002 y 2003.
A medida que nos adentrábamos en la ciudad empezaban a aparecer piedras en el suelo, cascotes esparcidos por el asfalto que hacían tambalear al taxi y emitir preocupantes sonidos amplificados por el silencio del momento. Más nos acercábamos, más silencio imperaba, más piedras por el suelo. De repente un jeep militar, dos. Otros dos en la calle contigua. Del primer jeep salen tres soldados y se ponen a perseguir a varios chavales que les estaban tirando piedras, los jeeps se ponen en movimiento persiguiendo también a los chavales, intentamos pasar al desaparecer el obstáculo, pero 2 soldados de los otros jeeps salen y tras correr unos cinco metros lanzan dos bombas de sonido hacia dentro del callejón. El taxista da la vuelta apresuradamente y yo saco el pasaporte del bolso para llevarlo lo más visible posible. Lo intentamos por otro camino, pero llega siempre un momento en que aparece el temido y odioso jeep y hay que retroceder.
La gente ha tirado contenedores por el suelo para dificultar el acceso de los soldados a la ciudad vieja, pero esos obstáculos también nos dificultan a nosotros las maniobras. Sigo hablando con mis amigos por teléfono, con el hotel, pasándole el teléfono al taxista para que le indiquen por donde puede ir, pero finalmente queda claro que no vamos a poder llegar al hotel, así que acabo el día en casa de un amigo cuya familia me acoge tan hospitalariamente como siempre, preparándome la cena, una cama, poniéndome el radiador en mi cuarto…
Éste es el reflejo del comportamiento de los ocupantes y de los ocupados, de los opresores y de los oprimidos y en occidente nuestros gobiernos tienen la desfachatez de castigar al pueblo ocupado con un embargo, en beneficio de la potencia ocupante. Sin comentarios.
La familia esta pegada al televisor para poder seguir las noticias que acontecen en su ciudad puesto que estando el toque de queda no pueden bajar ni a comprar el pan. En un momento dado se asoman tímidamente a la ventana al oír un sonido “familiar”. Un bulldozer esta yendo hacia la ciudad vieja. Hasta 2002 nunca el ejército había entrado en el casco viejo de Nablus, un lugar lleno de historia, de casas ancestrales, de talleres que guardan tantos objetos inservibles como recuerdos imborrables. Sin embargo, en Abril de ese mismo año Sharon dio la orden a los soldados de entrar en la ciudad vieja, costara lo que costara. Se demolieron decenas de casas, algunas construidas hace 300 años, pero la barbarie es lo que tiene, no respeta la belleza, el arte, la historia. Lo hicieron los talibanes en Afganistán y los israelíes lo continúan haciendo desde hace 60 años en toda Palestina.
Escribo estas líneas, casi sin luz, pues en toque de queda por la noche no hay que llamar la atención. Las palabras salen de mis vísceras, no de mi cabeza, corriendo las ideas mas deprisa que mis dedos, queriendo contar tantas cosas y sin poder hacerlo que me siento prisionera de mi propia angustia.
Se oyen las bombas en la ciudad vieja y los disparos.
Ya ha habido 25 detenciones y varios heridos. Algunas personas están ocultas, entre ellas mi amigo Sameh, el único componente de una pandilla de 12 amigos que sigue con vida. ¿Tenemos capacidad para imaginar que se debe sentir cuando uno a uno van asesinando a todos tus amigos de la infancia? No, por supuesto. Ellos tampoco, no necesitan imaginación… es su vida.
>br> A Sameh le conocí cuando en 2003 colabore con los servicios voluntarios médicos rompiendo los toques de queda para llevar comida y medicinas a las personas de las casas ocupadas. Hace un par de años al encontrarnos en el hotel Al Yasmeen, me dijo que había dejado de trabajar como voluntario. Me contó que psicológicamente no podía más, que la última vez que les avisaron para recoger a un herido, fue con la ambulancia y cuando se acerco al cuerpo vio que era uno de sus amigos y que ya estaba muerto.
Sé que estas historias parecen sacadas de una película de terror, pero os aseguro que las historias que aquí se viven y se conocen son mucho mas fuertes que todo lo que yo pueda contaros.
Y ante toda esa barbarie, siempre encontramos lo mismo, resolución por seguir en la lucha, dignidad por resistir en su tierra, amabilidad, hospitalidad……tanto contraste que resulta difícil de digerir.
Me han dicho en la casa que la invasión se debe a que están buscando a un par de chicos de la resistencia armada del brazo armado de Al Fatah en la ciudad vieja y tres chicos de la resistencia armada del FPLP en el campo de refugiados de Al Ain. Uno de estos chicos es Jad Mabruq.
Desde hace 4 años cada verano visito, junto con las brigadas a la familia Mabruq. Esta familia tiene un largo historial de resistencia: de 6 hijos (4 chicos y 2 chicas) dos hijos han sido asesinados por los soldados israelíes, uno en el tejado de su casa, el otro justo estando yo en Nablus el agosto pasado, quedando la mujer, herida en la misma acción que a el le costo la vida, a cargo de sus seis hijos. Otro fue encarcelado el día anterior que sacaban de la cárcel a Jad, quien esta ahora en busca y captura. Los soldados, como una forma mas de castigo colectivo hace tres meses les demolieron la casa. Su crimen defender a su familia, defender su casa, defender su tierra de unos soldados pertenecientes a un estado que ocupa su territorio ilegalmente desde hace 40 años ignorando la Resolución de la ONU 242 que les obliga a desocupar los territorios. Es decir, su único crimen es la autodefensa al amparo de la legalidad internacional, pues las leyes y tratados internacionales especifican que todo pueblo tiene derecho a defenderse de una ocupación. Pero ahí están nuestros medios de comunicación para tergiversar las palabras, para confundir las ideas, para invertir los términos convirtiendo a las victimas en verdugos y los verdugos en victimas.
Mañana tenia pensado ir a visitar a la familia Mabruq, pero ¿quién sabe con qué escenario nos despertaremos mañana?
Es lo que tiene la ocupación, no puedes prever nada, no puedes planificar nada, porque tu vida no esta en tus manos, esta en manos de tus ocupantes. Nosotras venimos algunos días, semanas, meses, los y las palestinas llevan 40 años de ocupación militar y 60 de expropiación de sus casas, expolio de sus bienes y expulsión de sus tierras. Y nuestros políticos siguen con sus mentiras intentando convertir un tratado de normalización entre Israel y los países árabes firmado en Annapolis en un loable proceso de paz. Y nuestros pueblos mientras tanto, siguen ciegos, sordos, mudos, colaborando con su pasividad a mantener esta injusticia.
Hoy y ayer tuvimos bastantes e interesantes reuniones en Ramala y en Belén, pero al llegar a Nablus y encontrar la cara mas agria y cruel de la ocupación, las entrañas se me rebelan y mis anotaciones quedan impresas en la libreta para dejar paso al torrente de sensaciones y sentimientos que, imposibles de controlar, brotan por todos lo poros de mi piel.
¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo en esta farsa de las instituciones internacionales, de los gobiernos, de las empresas de “reconstrucción”? Cuando vamos a denunciar a estas organizaciones a estas personas por crímenes de lesa humanidad, por acción, omisión o cooperación necesaria. Matan mas las políticas económicas que las armas y los “amos del mundo” siguen pensando que tienen las manos limpias y seguimos tratándoles como personas decentes. No, son criminales y no hay más, criminales en nombre de la civilización, el progreso y la democracia.
Salud, amor y fuerza, Li
(*) Lidón Soriano es vasca, coordinadora de la Red Solidaria contra la ocupación de Palestina. Esta crónica fue enviada por ella desde Nablus y publicada en la página digital Seres Sin Rostro, el 16 de Enero de 2008
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